El refrán de “Menos es más” fue adoptado por el arquitecto Mies Van der Rohe a mediados del siglo pasado para representar el sentimiento de una arquitectura tanto exterior como interior tan contundente que el uso saturado de elementos decorativos y muebles no fuera necesario. Esta expresión de interiorismo no es fácil de lograr pero, a continuación detallamos algunos puntos que ayudarán a lograr ambientes más limpios y sutiles. La base del minimalismo es la funcionalidad, para expresarla, dentro de un ambiente deberemos determinar cuáles son las necesidades esenciales a ser cumplidas por el espacio y sus componentes. Por ejemplo; dentro de una sala minimalista encontraremos la necesidad de asientos, iluminación y probablemente mesas para la decoración básica. Es bajo esta línea que los muebles deberán ser los mínimos para abastecer las funciones de área, y que ellos abarquen un porcentaje muy bajo del espacio del ambiente. Los materiales siempre se mantendrán en texturas y acabados modernos, en contraste. Al hacer uso de texturas el nivel de contraste será bajo y/o muy sutil, donde los tonos sean muy homogéneos con pequeños acentos en tonos saturados acromáticos. Las paletas del estilo minimalista no suelen alejarse de los neutros y los blancos con negro; aunque se ha desarrollado una tendencia por el minimalismo colorido con tonos enriquecidos y bloques de color.