¿Tienes mucho que hacer? Empieza por ordenar. Cuando se acumula el trabajo y el agobio crece, una buena forma de empezar es: ordenando el entorno. Parece que estuvieras procastinando, pero no es así. Está comprobado que el entorno de trabajo influye en nuestra conciencia, en las emociones y en la conducta, todo ello afecta nuestra productividad. Un espacio de trabajo con papeles por todas partes, notas dispersas, materiales regados sobre la mesa, afecta nuestra capacidad de concentración, disminuye la productividad y nos provoca atrasos innecesarios. Antes de empezar tu día, pasa la mirada sobre el espacio y sin obsesión, coloca en pilas en orden de prioridad los objetos/papeles que vayas a necesitar y retira los que no. Puedes dedicar una hora al final del día para archivar lo que ya no debe estar a mano, tirar lo que no sirve y organizar y clasificar el resto. Se dice que "Cada uno tiene un orden, en su desorden” y es parcialmente cierto. A nadie le gusta que otro acomode diferente los objetos que cree necesitar a su alrededor al momento de trabajo. Hay quienes organizan sus escritorios como un muestrario de objetos entre engrapadores y saca bocados y otros que prefieren engavetar todo aquello. Sin embargo, un espacio de trabajo despejado y limpio en gran parte, refleja el estado de tu mente. Y una mente limpia, trabaja mejor. En resumen, un espacio de trabajo ordenado y limpio ayuda porque: 1. Aumenta la creatividad 2. Fomenta la productividad 3. Evita distracciones 4. Reduce el estrés 5. Mejora la salud